Es media noche ya, y aunque no estoy en el campo para disfrutar de algún idílico paisaje nocturno, una brisa o un cielo lleno de estrellas, estoy por comenzar otra jornada más de mi vela nocturna. Insomnio le llaman, yo en particular solo puedo pensar que es una maldición.
Desde ya hace bastante tiempo puedo decir que tengo este padecimiento, si es eso en realidad, como que mi cuerpo realmente pertenece al otro lado del mundo, porque cuando es de noche yo estoy despierto y cuando es de día me muero de cansancio, creando así un círculo interminable de noches despierto y días que ando por la vida medio tonto.
He probado una cantidad ridícula de remedios caseros, que si un vaso de leche caliente antes de acostarme, que si un té de manzanilla o valeriana y otras hierbas que quizá no es buena idea mencionarlas. Incluso por corto lapso intenté tomar una copita de güisqui antes de acostarme, lo que provocó solamente que me relajase y me sintiera mareado, pero no abrió los brazos de Morfeo para que conciliara el sueño.
Doy muchas vueltas en mi cama, hasta que termino levantándome, pensando en no interrumpir o molestar el sueño de mi esposa que duerme profundamente a mi lado, con un guiño de envidia la dejo descansar, sabiendo que a ella le espera su propia jornada en la mañana y necesita de su sueño.
He hablado de esto con varios, me han recomendado la meditación, creo que he abierto mi tercer ojo y encontrado la puerta al infinito y otros universos en el intento, pero de dormir, nada.
En muchas ocasiones me siento a leer toda la noche, eso me gusta mucho, aunque preferiría un buen sueño reparador y poder levantarme temprano por la mañana como una persona normal que saber los pormenores de la historia de Don Quijote, o cuestionar porque Alexander Dumas puso de título a su clásico “Los tres Mosqueteros” si en la novela en realidad son cuatro…
Aunque me quejo de mi situación, he tenido tanto tiempo de pensar tantas cosas diferentes, que en realidad creo que debo tratar de sacar lo positivo de todo esto. Es increíble en la negrura de la noche, dentro mi hogar, escuchando la respiración de mi familia en sus habitaciones, como doy un vistazo a toda mi vida. En una noche de insomnio como hoy, puedo ver a través de mi propia alma, mis deseos más profundos, mis miedos… En fin, puedo verme a mi mismo más claro que en un espejo a media mañana.
Divago en el pasado, cuando era apenas un crío, quizá un poco malcriado y cabezón, que pensaba, como muchos, que se comería el mundo. Recuerdo mis años de colegio, de niño, con esa ingenuidad que perdemos las personas para nunca más recuperarla con los años.
Entrecierro mis ojos cansados y pareciera que puedo ver criaturas mágicas danzando en las sombras de la noche, como haciendo un espectáculo para mí, su único público.
En le reino de las tinieblas de la noche en realidad todos somos forasteros, por eso dormimos de noche y vivimos de día, pero eso no impide que cualquiera que desee o como es mi caso no le quede de otra, explore en sus terrenos, pueda disfrutar de su paz, silencio y se aproveche de eso para poder hablar con la persona que tenemos más cerca y más lejos a la vez, nosotros mismos.
Me dirijo al estudio a leer muchas noches, otras solo deambulo por toda la casa o me siento en un sillón del recibidor a pensar tonterías, de hecho, he empezado a escribir estas líneas escuchando al gallo de algún vecino presagiando el nuevo día.
Curioso el insomnio, no nos permite dormir, como consecuencia no desaceleramos nuestra mente y seguimos pensando miles de cosas, eso a su vez alienta a nuestro cerebro, a nuestra imaginación y a lo mejor hasta a nuestra capacidad intelectual. En alguna ocasión leí que Salvador Dalí en realidad no dormía por las noches, tomaba únicamente cortas siestas a lo largo del día y aun así desarrollo todo su potencial. ¿Acaso estaré yo llamado a ser un genio de alguna forma?... La verdad lo dudo mucho.
Otra actividad que realizo con frecuencia en mis noches de desvelo es el hablar conmigo mismo, a manera de diálogo interno y también a viva voz, me digo muchas cosas y me contesto como si fuera otra persona, incluso me he disgustado conmigo mismo en alguna ocasión por la diferencia de puntos de vista que puedo tener sobre algo. Estoy consciente que confesar esto puede parecer el inicio de alguna etapa de locura, pero en realidad es muy revelador y edificante dialogar con uno mismo acerca de los problemas que se enfrentan, de los planes al futuro y de tantas otras cosas más que pueden tener lugar en medio de la noche.
Creo que la falta de sueño normal puede ser simplemente porque no soy alguien normal, Tampoco me creo una persona excepcional o superior, nada de eso, más, sin embargo, en el silencio de la noche, escuchando el compás de mis latidos en el pecho, su ritmo y fuerza, me doy cuenta de que soy único. Aunque todas estas cosas las pienso y siento medio dormido, tal vez solamente soy alguien con mucho tiempo desocupado que no puede dormir…
La noche en realidad es mágica, aunque sea en la ciudad, dentro mi casa, en un barrio común y corriente, ver a mis perros acurrucados en el sofá para dormir, al gato consentido de mi esposa llegar y darle un masaje furtivo cuando ella descansa, percibir los sonidos tenues que nos brinda el silencio, asomarme a la ventana y posiblemente descubrir a un caminante clandestino que va apresurado no sé adónde.
Volteo para ver a la ventana y se atisba el inicio del alba, no he visto ningún reloj, pero sospecho en mi interior que son ya las 5 de la mañana, iré a la cocina a hacer una taza de café para entrar en calor.
Intentaré no hacer ruido, porque en unos minutos se levantará mi esposa y me preguntará si logre dormir un poco, le diré que tomaré una siesta cuando me sienta cansado, pero que estoy bien, esta vez la noche ha sido productiva, he hablado conmigo mismo, he pensado, hice conclusiones en mi vida, como por ejemplo, que muchas veces lo que no me deja dormir es un exceso de pasado que me pesa como una mochila llena de ladrillos y una ansiedad por el futuro, que me paraliza y aterra, pero en realidad lo que debo tratar de disfrutar más es el presente.
Tomo mi café matutino, me reanima un poco para iniciar el día, sé que en realidad nada ha cambiado y estaré un poco lerdo a causa del sueño rezagado, pero la verdad ansío mi próxima noche de insomnio, porque será un encuentro maravilloso conmigo, podre hablar de otras cosas, de otros proyectos, quizá leer algo nuevo y disfrutar de ver a mi familia descansando.
Al final el insomnio no es una maldición como dije antes, es una extraña bendición en mi vida, es una oportunidad de ver y escuchar cosas que muchos otros no lo hacen, es el momento donde puedo proteger a mi familia de los peligros de la oscuridad, velando sus sueños. Además, es tiempo de intimidad que debo aprovechar con la persona más importante de mi mundo, que soy yo mismo.
FIN