Hace un chingo de tiempo en la chapinlandia de todo este cerotal que somos en este país, alguien que era bien calidá, bien shecá vá, se inventó ese rollo de poner en un libro todas esas palabras que usamos los chapines para echar casaca.
De esa cuenta, sin pajas, estoy tratando de escribir esto bien arralado, intentando no hacer chanchuyo con estas letras y que no se vea tan chafa. La verdad es que, en Guatemala, somos muy de ahuevo para inventar palabras que el resto de la mara no entienda, así como en otros países a lo largo de toda Latinoamérica.
Aquí, a las señoritas le decimos patojas, chavas o tráidas, chulas todas la mera verdá, pero cuando nos gustan, aunque tengan sus canillas todas chuecas y las hacemos nuestras novias, ya les llamamos: las viejas o brujas. Siempre el chapín querrá dar el colazo chilereando a su patoja, agarrándola de la mano, chulearlas enfrente de todos para que vean que es nuestra wisa y así demostrar que estamos bien colgados de ellas.
En el chance, conoces a un montón de chambones que no sirven para nada, solo chapuces hacen y se columpian todo el tiempo, le juegan la vuelta al patrón, pero para chupar los viernes si son buenos cuates, se apuntan siempre que vaya a haber cuscún y guaro, arman chonguengue donde sea y a la hora que sea, y por supuesto que cuando ya están bien bolos dirán: ¡Sale puerto!...
Ah mi chapinlandia tan re chula que es, y eso que no he hablado de lo duchos que somos todos aquí en esta bendita tierra, ¿le echa color al café instantáneo, la Incaparina, el ecofiltro y un montón de cosas más? ¡Púchica! Todo eso es puro invento chapín papaíto, nomás no nos echamos tanto color a nivel mundial, pero somos la pura tos.
Fíjense que, en este pedacito de cielo, aunque los gobiernos y los chafas siempre le meten una tashtuleada al pueblo y, a este en ocasiones parece que le va a dar el telele y a muchos el soponcio, los chapines nos podemos agarrar a trancazos con quien sea por salir adelante. Desde regatear en el mercado los tomates hasta armar un relajo por un partido de futbol. Salimos volando con las vaisas por delante cuando vemos que la cosa se pone gruesa, pero eso sí, no nos arralamos para nada.
Y que decimos de nuestra comida, el bendito cuscún de todos los días, nada como el shuco tradicional con salchicha o chorizo, unas tostaditas de salsa, guacamol o frijol, tamalitos de chipilín o chuchitos; unos poporopos o un tortrix, o si se ponen más caqueros, un su pepián o un su plato de Jocón, o subanik, para escoger hay, podes agarrar un kak’ik de chunto o un caldo de gallina para quitarte la goma después de estar bien tapis. En Guatemala la verdá es que se puede comer bien rico, pero eso sí, sin ser codo.
¡Ulugrún! En casi todos lados podés agarrar un tuc-tuc, nuestro transporte por excelencia, bien tuanis te llevara de arriba a abajo dentro y fuera de cualquier pueblo el tuctuquero. V’onós hay a los pueblitos mágicos a probar de todo, aunque la situación este bien yuca, nos vamos de shutes a chingar a las gringas que están en la Antigua, media ves no se entre mi wisa todo estará nais.
En mi Guatemala hablamos como somos, un poco así y un poco asá pero nunca seremos huevones ni andaremos hueviando varas, somos chambiadores, cabales, alegres, quizá un poco trompudos, sholcos y talishtes, pero no somos pura lata. Que dé a sombrero, esos si sería ser muy shumo.
Así que, si me agarró la onda y le dio la chola para entender esta casaca, déjeme decirle que no es que sea ni chinto ni cholero, es que simplemente es chapín de buena sepa, sabe y agarra la onda que, aunque tanatadas de todas estas palabras no estén en la real Academia de la Lengua Española, así es como los guatemaltecos nos comunicamos y sin andar coqueando a nadie de más, solo debemos estar orgullosos de quienes somos en esta gran nación.
FIN